En la actualidad, la mayor parte de los 
estudiosos considera que la anáfora contenida en el texto titulado "Tradición 
Apostólica", no es de Hipólito, no es antigua y no es romana. Sin embargo, la 
leyenda "urbana" a la que hacemos alusión aquí es la que dice que la Plegaria 
eucarística II es la "Tradición de Hipólito".
Si observamos ambos textos de manera sinóptica, 
además de detectar ausencia de textos y términos concretos, podemos ver que la 
teología eucarística es distinta entre ambas, como lo es la epíclesis 
subsiguiente al relato de la institución.
PREX EUCHARISTICA II 
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Prex eucharistica in “Traditione 
Apostolica” 
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Vere dignum et iustum 
est, æquum et salutáre, 
nos tibi, sancte 
Pater, semper et ubíque grátias ágere 
per Fílium 
dilectiónes tuæ Iesum Christum, 
Verbum tuum per quod 
cuncta fecísti: 
quem misísti nobis 
Salvatórem et Redemptórem, 
incarnátum de Spíritu 
Sancto et ex Vírgine natum. 
Qui voluntátem tuam 
adímplens 
et pópulum btibi 
sanctum acquírens 
exténdit manus cum 
paterétur, 
ut mortem sóveret et 
resurrectiónem manifestáret. 
Et ídeo cum Ángelis 
et ómnibus Sanctis 
glóriam tuam prædicámus, una 
voce dicéntes: 
... 
Vere Sanctus es, Dómine, fons 
omnis sanctitátis. 
Hæc ergo dona, 
quǽsumus, 
Spíritus tui rore 
sanctífica. 
ut nobis Corpus et + 
Sanguis fiant 
Dómini nostri Iesu 
Christi. 
Qui cum Passióni 
voluntárie traderétur, 
accépit panem et 
grátias agens fregit, 
dedítque discípulis 
suis, dicens: 
Accípite et manducáte 
ex hoc omnes: 
hoc est enim Corpus 
meum, 
quod pro vobis 
tradétur. 
Símili modo, postquam 
cenátum est, 
accípiens et 
cálicem, 
íterum grátias agens 
dedit discípulis suis, dicens: 
Accípite et bíbite ex 
eo omnes: 
hic este enim calix 
Sánguinis mei 
novi et ætérni 
testaménti, 
qui pro vobis et pro 
multis effundétur 
in remissiónem 
peccatórum. 
hoc fácite in meam 
commemoratiónem. 
... 
Mémores ígitur mortis 
et resurrectiónes eius, 
tibi, Dómine, panem 
vitæ 
et cálicem salútis 
offérimus, 
grátias agéntes, quia nos 
dignos habuísti 
astáre coram te et 
tibi ministráre. 
Et súpplices 
deprecámur 
et Córporis et 
Sánguinis Christi partícipes 
a Spíritu Sancto 
congregémur in unum. 
Recordáre, Dómine, Ecclésiæ 
tuæ toto orbe diffúsæ, 
ut eam in caritáte 
perfícias 
una cum Papa nostro 
N. et Epíscopo nostro N. 
et univérso 
clero. 
Meménto étiam fratrum 
nostrórum, 
qui in spe 
resurrectiónis dormiérunt, 
omniúmque in tua 
miseratióne defunctórum, 
et eos in lumen 
vultus tui admítte. 
Ómnium nostrum, 
quǽsumus, miserére, 
ut cum beáta Dei 
Genetríce Vírgine María, 
beátis Apóstolis et 
ómnibus Sanctis, 
qui tibi a sǽculo 
placuérunt, 
ætérnæ vitæ mereámur 
esse consórtes, 
et te laudémus et 
glorificémus 
per Fílium tuum 
Iesum Christum. 
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Gratias tibi 
referimus, Deus, 
per dilectum 
puerum tuum Iesum Christum, 
quem in ultimis 
temporibus misisti nobis salvatorem et redemptorem 
et angelum voluntatis 
tuae, qui est Verbum tuum inseparabile, 
per quem omnia 
fecisti, et cum beneplacitum tibi fuit, 
misisti de caelo in 
matricem virginis ; quique, in utero habitus, 
incarnatus est et 
Filius tibi ostensus est, 
ex Spiritu sancto et 
virgine natus. 
Qui voluntatem tuam 
complens 
et populum sanctum 
tibi adquirens, 
extendit manus, cum 
pateretur, 
ut a passione 
liberaret eos qui in te crediderunt. 
Qui cumque traderetur 
voluntariae passioni, ut mortem solvat 
et vincula diaboli 
dirumpat, et inferum calcet et iustos illuminet, 
et terminum figat et 
resurrectionem manifestet, 
accipiens panem, 
gratias tibi agens dixit : 
Accipite, 
manducate, 
hoc est corpus 
meum 
quod pro vobis 
confringetur. 
Similiter et 
calicem dicens: 
Hic est sanguis 
meus, 
qui pro vobis 
effunditur. 
Quando hoc 
facitis, meam commemorationem facitis. 
Memores igitur 
mortis et resurrectionis eius, 
offerimus tibi panem 
et calicem, 
gratias tibi agentes, 
quia nos dignos habuisti 
adstare coram te et 
tibi ministrare. 
Et petimus, ut mittas 
Spiritum tuum sanctum 
in oblationem sanctae 
Ecclesiae; 
in unum congregans, 
des omnibus qui percipiunt de sanctis 
in repletionem 
Spiritus sancti, 
ad confirmationem 
fidei in veritate, 
ut te laudemus et 
glorificemus 
per puerum tuum 
Iesum Christum: 
per quem tibi gloria 
et honor Patri et Filio 
cum sancto Spiritu in sancta 
Ecclesia tua 
et nunc et in saecula 
saeculorum.  
 | 
Adolfo Ivorra
Cf. A. Hänggi - I. Pahl, Prex Eucharistica. 
Textus e variis liturgiis antiquioribus selecti, Fribourg Suisse, 1968, 
80s.
Te damos gracias, ¡oh Dios!, por tu bienamado Hijo Jesucristo, a quien Tú has enviado en estos últimos tiempos como Salvador, Redentor y Mensajero de tu voluntad, Él que es tu Verbo inseparable, por quien creaste todas las cosas, en quien Tú te complaciste, a quien envías del cielo al seno de la Virgen, y que, habiendo sido concebido, se encarnó y se manifestó como tu Hijo, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen; que cumplió tu voluntad y te adquirió un pueblo santo, extendió sus manos cuando sufrió para liberar del sufrimiento a los que crean en Ti. Y cuando Él se entregó voluntariamente al sufrimiento, para destruir la muerte y romper las cadenas del diablo, aplastar el infierno e iluminar a los justos, establecer la alianza y manifestar la resurrección, tomó pan, dio gracias y dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo, que es roto por vosotros». De la misma manera también el cáliz, diciendo: «Ésta es la sangre que es derramada por vosotros. Cuantas veces hagáis esto, haced memoria de mí». Recordando, pues, su muerte y su resurrección, te ofrecemos el pan y el vino, dándote gracias porque nos has juzgado dignos de estar ante Ti y de servirte. Y te rogamos que tengas a bien enviar tu Santo Espíritu sobre el sacrificio de la Iglesia. Une a todos los santos y concede a los que lo reciban que sean llenos del Espíritu Santo, fortalece su fe por la verdad, a fin de que podamos ensalzarte y loarte por tu Hijo, Jesucristo, por quien tienes honor y gloria; al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo en tu santa Iglesia, ahora y en los siglos de los siglos. Amén.
(http://www.mercaba.org/tesoro/san_hipolito.htm)
Texto de la plegaria eucarística II:
Santo eres en verdad Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros". Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo: "Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía". Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa N., nuestro Obispo N. y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad. Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Actualización 1/II/2011:
Traducción de la 
"Prex eucharistica in “Traditione 
Apostolica":Te damos gracias, ¡oh Dios!, por tu bienamado Hijo Jesucristo, a quien Tú has enviado en estos últimos tiempos como Salvador, Redentor y Mensajero de tu voluntad, Él que es tu Verbo inseparable, por quien creaste todas las cosas, en quien Tú te complaciste, a quien envías del cielo al seno de la Virgen, y que, habiendo sido concebido, se encarnó y se manifestó como tu Hijo, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen; que cumplió tu voluntad y te adquirió un pueblo santo, extendió sus manos cuando sufrió para liberar del sufrimiento a los que crean en Ti. Y cuando Él se entregó voluntariamente al sufrimiento, para destruir la muerte y romper las cadenas del diablo, aplastar el infierno e iluminar a los justos, establecer la alianza y manifestar la resurrección, tomó pan, dio gracias y dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo, que es roto por vosotros». De la misma manera también el cáliz, diciendo: «Ésta es la sangre que es derramada por vosotros. Cuantas veces hagáis esto, haced memoria de mí». Recordando, pues, su muerte y su resurrección, te ofrecemos el pan y el vino, dándote gracias porque nos has juzgado dignos de estar ante Ti y de servirte. Y te rogamos que tengas a bien enviar tu Santo Espíritu sobre el sacrificio de la Iglesia. Une a todos los santos y concede a los que lo reciban que sean llenos del Espíritu Santo, fortalece su fe por la verdad, a fin de que podamos ensalzarte y loarte por tu Hijo, Jesucristo, por quien tienes honor y gloria; al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo en tu santa Iglesia, ahora y en los siglos de los siglos. Amén.
(http://www.mercaba.org/tesoro/san_hipolito.htm)
Texto de la plegaria eucarística II:
Santo eres en verdad Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros". Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo: "Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía". Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa N., nuestro Obispo N. y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad. Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
1 comentario:
He tenido siempre la impresión que este "texto" de San Hipólito no es propiamente una anáfora sino una relación de una Misa o, acaso, un comentario en vistas un eventual agregado. Destaco que, según es tradicional en la Iglesia, un comentario o escrito de un Padre de la Iglesia que no resulte "doctrina común", es decir, cuya precisión y veracidad no pueda verificarse y confrontarse con los textos de otros Santos Padres, no se considera verdadera Tradición de la Iglesia. Como ejemplo y sin ánimo de debate sino puramente ejemplificativo, pongamos el caso del milenarismo espiritual en los Padres primitivos, todos los cuales lo profesaron como demuestra el famoso libro de los PP. jesuitas Alcañiz-Castellani "La Patrística y la Parusía". Solo algunos pocos no lo aceptaron, y aún eso, en forma tardía y nunca de parte de Padres Apostólicos.
En este caso sucede que el único que ofrece este texto -interpretado como "anáfora"- es San Hipólito, y no se ha hallado correspondencia con ningún otro Padre. Así pues, implicarlo como "tradicional" no era solamente arriesgado sino, posiblemente, falso.
La comparación textual que Uds. ofrecen es una demostración práctica y erudita de lo que se ha dicho arriba.
Pero lo que seguramente no cabe esperar de ninguna forma es una respuesta proporcionada de algún "liturgista" con chapa y patente...
Lupercio de J.
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