viernes, 28 de abril de 2017

La única Religión verdadera





¨Cuando salía victoriosa de la guerra exterior del paganismo y vencía la prueba de feroces persecuciones, la Iglesia de Jesucristo, salteada por enemigos interiores, entraba en la guerra intestina, mucho más terrible. Guerra prolija y dolorosa, que empeñada y atizada por malos cristianos, hijos suyos degenerados, no ha llegado aún a su termino, pero de la cual saldrá la Iglesia triunfadora, conforme a la palabra infalible de su divino Fundador a su primer Vicario en la tierra, el apóstol San Pedro: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. (Mateo XVI, 18.)¨ ( CMSPX, III Part.)


"Desde entonces acá, no ha cesado el espíritu de las tinieblas en sus ponzoñosos ataques contra la Iglesia y las divinas verdades de que es depositaria indefectible; y suscitando constantemente nuevas herejías, ha ido atentando uno tras otro contra todos los dogmas de la cristiana religión." ( CMSPX, III Part.)


Con estos párrafos, el Papa San Pío X, en su Catecismo Mayor, explicaba con sencillés y claridad, la realidad de las desviaciones doctrinales, que a lo largo de los siglos han aquejado a la Madre Iglesia.


En estos tiempos, hablar de las herejías, suena arcaico. De hecho este tema, ha quedado en la práctica, relegado al ámbito de estudio de la Historia. Niños y jóvenes, rara vez escucharan algo sobre ellas, al tomar las clases de catecismo. Del mismo modo, los fieles en general, habrán de notar la ausencia de este tema en los sermones.


¿Serán realmente las herejías, y las desviaciones doctrinales, cosa del pasado? ¿Será que ya los cristianos no corren el riesgo de ser seducidos por falsos pastores y pensamientos errados?


Haciendo un breve resumen, el Catecismo Mayor, enunciaba las herejías más importantes, que atacaron la Verdad desde los inicios del cristianismo.


" Entre otras, han sido tristemente famosas las herejías de Sabelio, que impugnó el dogma de la Santísima Trinidad; de Manes, que negó la Unidad de Dios y admitió en el hombre dos almas; de Arrio, que no quiso reconocer la divinidad de nuestro Señor Jesucristo; de Nestorio, que rehusó a la Santísima Virgen la excelsa dignidad de Madre de Dios y distinguió en Jesucristo dos personas; de Eutiques, que en Jesucristo no admitió más que una naturaleza; de Macedonio, que combatió la divinidad del Espíritu Santo; de Pelagio que atacó el dogma del pecado original y de la necesidad de la gracia; de los Iconoclastas, que rechazaron el culto de las Sagradas Imágenes y de las Reliquias de los Santos; de Berengario, que se opuso a la presencia real de nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento; de Juan Hus, que negó el primado de San Pedro y del Romano Pontífice, y finalmente la gran herejía del Protestantismo (siglo XVI), forjada y propagada principalmente por Lutero y Calvino. Estos novadores, con rechazar la Tradición divina, reduciendo toda la revelación a la Sagrada Escritura, y con sustraer la misma Sagrada Escritura al legítimo magisterio de la Iglesia para entregarla insensatamente á la libre interpretación del espíritu privado, demolieron todos los fundamentos de la fe, expusieron los Libros Santos a las profanaciones de la presunción y de la ignorancia y abrieron la puerta a todos los errores." (CMSPX, III Part.)

La Reforma, se extendió con rapidéz en los siglos XVI y XVII, entre los pueblos germanos, sajones y eslavos. No sucedió así entre los latinos, que conservaron casi totalmente su fidelidad al catolicismo.

Hasta hace no muchos años, resultaba poco común encontrar en Hispanoamérica cristianos de la Reforma. Los pocos que aquí habitaban, tenían en su mayoría, ascendencia sajona o eslava, y representaban una pequeña parte de la población. Lazos familiares y tradiciones nacionales, eran el fundamento de su pertenencia al Protestantismo.

La situación actual es muy diferente, ya que los fieles de los cultos protestantes son en su mayoría de ascendencia latina, conversos del catolicismo. Del mismo modo, hay que agregar, que estos cultos no son ya el Anglicanismo o el Luteranismo, por ejemplo, sino una infinita variedad de denominaciones que se fueron separando de la Reforma primitiva.

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña en su apartado 818: ¨Los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales rupturas "y son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de la separación y la Iglesia católica los abraza con respeto y amor fraternos... justificados por la fe en el bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con razón por los hijos de la Iglesia católica como hermanos en el Señor" (Unitatis Redintegratio, 3).¨

Es de notar, que el Catecismo hace referencia a ¨los que nacen hoy en comunidades surgidas de tales rupturas¨. Se ve con claridad que se está hablando de aquellas personas que por herencia, y tradición familiar, han adherido por generaciones a la Reforma. Nótese, que el texto no se refiere a los católicos que se unen al Protestantismo, abandonando la Iglesia. Estos han incurrido en el pecado de apostasía, al abjurar de la Religión Verdadera, y por tanto no pueden ser justificados como quienes no han nacido en el seno de la Iglesia Católica.

Sin embargo, con respecto a unos y otros, el decreto sobre Ecumenismo del Concilio Vaticano II explicita: "Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de la salvación, puede conseguirse la plenitud total de los medios salvíficos. Creemos que el Señor entregó todos los bienes de la Nueva Alianza a un solo colegio apostólico, a saber, el que preside Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra, al que tienen que incorporarse totalmente todos los que de alguna manera pertenecen ya al Pueblo de Dios."

Por tanto, nada ha cambiado desde que se pronunció aquella sentencia, repetida en el Catecismo : ¨Fuera de la Iglesia Católica, Apostólica, Romana, nadie puede salvarse, como nadie pudo salvarse del diluvio fuera del arca de Noé, que era figura de esta Iglesia¨. ( CMSPX)

Esta verdad de fe tan básica, ha sido silenciada, por acción u omisión. He aquí el motivo del alejamiento de tantos fieles. El secularismo y el modernismo, frutos de la Reforma, fueron extendiéndose poco a poco, dentro del catolicismo, provocando no solo la apostasía formal de muchos católicos, sino otra mucho peor, definida por Juan Pablo II como una ¨apostasía silenciosa".

Esta última, altera la identidad católica, incorporando al catolicismo pensamientos, principios, y costumbres propios de la Reforma. De allí provienen por ejemplo, la desobediencia al Romano Pontífice, el abandono de la confesión sacramental, el menosprecio de la liturgia o el secularismo de clérigos y religiosos.

"Con todo, el espíritu protestante, que es espíritu de desaforada libertad y de oposición a toda autoridad, no dejó de difundirse, y se alzaron muchos hombres que, hinchados con una ciencia vana y orgullosa o enseñoreados de la ambición y del interés, no dudaron en forjar o dar aliento a teorías trastornadoras de la fe, de la moral y de toda autoridad divina y humana. " ( CMSPX )

¿No es acaso este ¨espíritu protestante¨ al que se refería San Pío X, lo mismo que el ¨relativismo¨ del que habla Benedicto XVI? Simplemente parecen haber cambiado las palabras para titular un mismo mal que se levanta en contra de la Verdad.

El entonces Cardenal Ratzinger, afirmaba en 1996: "El relativismo se ha convertido en el problema central de la fe en la hora actual. " (Conferencia en el encuentro de presidentes de comisiones episcopales de América Latina para la doctrina de la fe, celebrado en Guadalajara, Mexico). En 2006, siendo ya Sumo Pontífice, se expresaba así, en la Misa celebrada en Varsovia: " Como en los siglos pasados, también hoy hay personas o instituciones que haciendo caso omiso de la tradición de la Iglesia pretenden falsificar la palabra de Cristo y erradicar del Evangelio la verdad, que consideran demasiado incómoda para el hombre moderno. Se intenta dar la impresión de que todo es relativo y que la verdad de la fe depende de la situación histórica y de la valoración humana. Pero la Iglesia no puede hacer callar el Espíritu de la verdad.”

Así es como los falsos pastores confunden a tantas almas, con ideas propias, ocultando la tradición y la doctrina de la Iglesia. Esto resulta aún más terrible, siendo que muchas veces, la inducción a doctrinas extrañas a la Fe, se produce gracias a la omisión voluntaria y deliberada de aquellos que deberían ser maestros de Verdad.

Merced a la ausencia de una auténtica y consistente catequesis y al empobrecimiento de los medios de formación, no será difícil encontrar hoy entre los fieles católicos, muchos que desconozcan realidades como el Purgatorio, o incluso nieguen la Presencia Real de Jesucristo en el Santísimo Sacrament. Cuestiones, que no hace tanto tiempo, eran verdades de perogrullo para cualquier católico con una formación básica, parecen ahora arcaicas y peregrinas.

Los Papas de todos los tiempos no han dejado de advertir sobre el peligro de las desviaciones doctrinales. Con su autoridad, que les viene de Jesucristo, trataron de preservar la pureza de la Fe, desenmascarando la herejías que solapadamente pretendíeron enquistarse en el seno de la Iglesia.

Es así como el cristiano que no deje de oir la voz del Papa y de resguardarse en el Magisterio y la Tradición, no caerá jamás en el error. Todo lo que contraríe estos baluartes, debe ser desechado sin más. ¡Cuantos cristianos no se habrían condenado si hubiesen aplicado este simple criterio!

El Catecismo de San Pio X, expresa: "El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas. "

Roguemos a María Santísima, Triunfadora de todas las herejías, que proteja la Iglesia.

Nichán Eduardo Guiridlian Guarino

lunes, 17 de abril de 2017

Comunión reparadora de los primeros sábados



El 13 de junio de 1917, los tres pastorcitos de Fátima vieron a Nuestra Señora, quien sostenía su Corazón traspasado y tachonado de espinas con su mano derecha; y María Santísima le dijo a Lucía: "Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado".
El 13 de julio, la Reina del Cielo les dijo: "...Si se hace lo que voy a decirles, muchas almas se salvarán...Vendré a pedir la comunión reparadora de los primeros sábados".
En línea recta con las apariciones de Fátima, la promesa de Nuestra Señora se cumplió el 10 de diciembre de 1925 en Pontevedra, donde Lucía era por ese entonces una joven postulante a la vida religiosa. Por humildad, escribió su testimonio en 1927, en tercera persona: "El 10 de diciembre de 1925, la Santísima Virgen se le apareció, y al lado de Ella, llevado por una nube luminosa, el Niño Jesús. La Santísima Virgen puso la mano sobre su espalda y le mostró, al mismo tiempo, un Corazón rodeado de espinas que tenía en la otra mano. En el mismo momento, el Niño le dijo: "Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre, rodeado de espinas que los hombres ingratos le clavan en todo momento, sin que haya nadie que quiera hacer un acto de reparación con el fin de retirarlas".
Luego, la Santísima Virgen le dijo: "Mira, hija mía, mi Corazón traspasado de espinas que los hombres ingratos me clavan a cada instante con sus blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos procura consolarme y di que a todos aquellos que, durante cinco meses, el primer sábado se confiesen, reciban la santa comunión, recen el rosario y me hagan compañía durante quince minutos meditando los quince misterios del rosario con espíritu de reparación, yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas".
Remarquemos bien que no es Lucía quien inventó esta devoción, sino que fue Nuestra Señora misma quien nos la dio. ¿Quién mejor que Ella misma podría enseñarnos a consolarla? Entonces, esta es una devoción para tomar muy en serio.
La mayoría del tiempo la ignorancia es la que, desgraciadamente, aleja las almas de esta práctica tan profundamente católica, que nos viene directamente desde el cielo para hacernos volver hacia él. Y entre aquellos que la conocen, ¿cuántos saben cuán fácilmente es realizable?
La Confesión: Puede hacerse por anticipado (por ejemplo, el domingo precedente) o aún por más de 8 días antes, en caso de dificultad para confesarse el primer sábado. Y los que hubieran olvidado esta intención, "podrán formularla en la confesión siguiente, aprovechando la primera ocasión que tengan para confesarse" ( de la aparición de Nuestro Señor a Lucía del 15 de febrero de 1926).
La Comunión: Por supuesto que debe ser efectuada en estado de gracia, y "será aceptada el domingo que sigue al primer sábado cuando mis sacerdotes, por los más justos motivos, se lo permitan a las almas" (de la aparición de Nuestro Señor a Lucía, en la noche del 29 al 30 de mayo de 1930). También esta comunión debe hacerse con espíritu de reparación por las ofensas que sufre el Corazón Inmaculado de María.
El rezo del Rosario: Por justos motivos, puede ser igualmente recitado el domingo, siempre con espíritu de reparación...¿pero acaso no lo rezamos todos los días?
Los quince minutos de meditación sobre los quince misterios del Rosario: No hay que confundirlos con el Rosario. Sor Lucía escribe: " es hacer compañía a Nuestra Señora durante quince minutos, meditando los misterios del Rosario". Se pueden elegir algunos de entre los misterios (no se trata de quince minutos por cada misterio). Por justos motivos, esto puede hacerse el domingo, con espíritu de reparación.
Puede notarse lo importante y necesaria que es la intención reparadora...Sor Lucía le preguntó a Nuestro Señor: "¿Por qué cinco sábados?" (29 al 30 de mayo de 1930). Su respuesta gira en torno a la naturaleza de estas espinas que los hombres ingratos clavan en el Corazón de su Madre, y nos ayuda a tener compasión de sus dolores.
Hay cinco especies de ofensas y de blasfemias que se profieren en contra del Corazón Inmaculado de María:
1- Las blasfemias contra la Inmaculada Concepción,
2- Las blasfemias contra su virginidad,
3- Las blasfemias contra su Maternidad Divina, y a la vez el rechazo en reconocerla como Madre de los hombres,
4- Las blasfemias de aquellos que públicamente tratan de instalar en el corazón de los niños la indiferencia, el desprecio, o hasta el odio hacia esta Madre Inmaculada,
5- Las ofensas de aquellos que la ultrajan directamente en sus santas imágenes...
¡Hágase apóstol de la actualísima "devoción de los cinco sábados"!
Tomado de "Cruzada del Rosario"