miércoles, 29 de abril de 2020

Cinco Primeros Sábados




Lucía, vidente de Fátima, era postulante en el Convento de las Doroteas en Pontevedra, España
cuando tiene una aparición de la Virgen sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado. La Santísima Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su corazón rodeado de espinas. El Niño le dijo: "Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas."

Inmediatamente dijo Nuestra Señora a Lucía:"Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación"

Lucía le habló (a Jesús) de la confesión para los primeros sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: "Sí; todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María". La intención de hacer esta reparación al Inmaculado Corazón de María puede ponerse al principio.

¿Por qué 5 Sábados?

Después de haber estado Lucía en oración, Nuestro Señor le reveló la razón de los 5 sábados de
reparación: "Hija mía, la razón es sencilla: se trata de 5 clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:
1- Blasfemias contra su Inmaculada Concepción.
2- Contra su virginidad.
3- Contra su Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los
hombres.
4- Contra los que procuran públicamente infundir en los corazones de los niños, la
indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada.
5- Contra los que la ultrajan directamente en sus sagradas imágenes.”

"He aquí hija mía, por que ante este Inmaculado Corazón ultrajado, se movió mi
misericordia a pedir esta pequeña reparación, y, en atención a Ella, a conceder
el perdón a las almas que tuvieran la desgracia de ofender a mi Madre. En cuanto
a ti procura incesantemente con tus oraciones y sacrificios moverme a
misericordia para con esas almas".

Reglas para vivir santamente



Estimados amigos,

A continuación, transcribo estos breves consejos, redactados hace muchos años. Algunos pequeños detalles son un tanto antiguos, a pesar de ello sus ideas rectoras no han dejado de perder vigencia. Se darán cuenta de la sencillez con que están escritos y de la pureza de intención que los anima.

Muchas generaciones de fieles católicos, los han seguido silenciosa y humildemente en su caminar hacia la Patria Celestial. Cuando lean estas líneas, será inevitable recordar aquella abuela, aquel padre, a ese tío o a ese sacerdote anciano, que vivían su fe con humana naturalidad, pero con sobrenatural simpleza. Personas a quienes hemos canonizado en nuestros corazones, y que tenemos la certeza de que ya gozan de la Visión de Dios.

Algunos me dirán que estas prácticas resultan arcaicas en estos tiempos. En la actualidad casi todas ellas han sido olvidadas y abandonadas por nosotros, y reemplazadas por otras formas, nuevas formas.

Sobre todo en este tiempo de Cuaresma, pienso que sería bueno recordar estos pensamientos, e incorporarlos a nuestra vida de piedad. Lo útil, la razón y el sentir parecen ser los principios que rigen nuestras vidas y conducen a la humanidad a un terrible y frío sin sentido. Frente a ello, aprovechemos estos breves pero sabios consejos, en los que se ve la calidez de la Verdad.



Que San José, maestro de vida interior, nos ayude a vivir santamente
.


Hay muchísimos a quienes toda la vida les pasa en propósitos, y llegando la hora de la muerte, se encuentran muy llenos de buenos deseos y muy vacíos de buenas obras, cuando ya no hay tiempo de enmendarlo. Para que tú, devoto lector, no incurras en este tan perjudicial engaño, quiero proponerte en modo fácil de reducir a la práctica esos deseos, y un método de acciones virtuosas para cada año, mes, semana y aun para cada día.


Para cada año

I. Señalar un día para emplearlo únicamente en el cuidado de tu alma, y en este tiempo hacer confesión general, o al menos del año pasado o de la última, escogiendo para este efecto un confesor docto, santo y de quien tengas una entera satisfacción, para continuar en adelante confesándote con él, y consultándole en todas tus cosas, lo que importa sumamente para caminar con acierto; debiendo persuadirte que Dios le asistirá más que a ningún otro para que te dirija con su consejo.

II. Prepararse y disponerse para las festividades más solemnes con particulares ejercicios de piedad, como ayunos, penitencias, novenas, oración y lección de aquella fiesta o misterio.

III. Celebrar con particular devoción las fiestas del Señor y de la Virgen Santísima, visitando alguna iglesia o altar de su advocación, y confesando y comulgando aquel día.



Para cada mes

I. Tomad por particular patrono de todo el mes algún Santo, celebrando su día con ejercicios de mayor piedad y devoción.

II. Determinad un día del mes en el cual, por espacio a lo menos de media hora, os tomaréis cuenta del adelantamiento y el atraso que hubierais hecho en el aprovechamiento de vuestra alma, y lo manifestaréis sinceramente a vuestro director.

III. Comulgaréis en el mes las veces que vuestro Padre espiritual os ordenare, renovando en este tiempo los buenos propósitos que habéis hecho; y si aún no hubiereis determinado el estado que debéis tomar, éste es el tiempo de pedirle a Dios luz para no errar en una elección de tanta consecuencia, de cuyo acierto las más veces depende la salvación, pues teniendo a Dios dentro de vos mismo, oiréis más de cerca su voz.



Para cada semana

I. Santificaréis las fiestas, a más de oír devotamente la Misa, acudiendo a alguna congregación, asistiendo al sermón y otros ejercicios santos, visitando alguna iglesia donde haya indulgencia o esté expuesto el Santísimo Sacramento.

II. No dejéis en todo caso de acudir a donde se explique la doctrina cristiana; y si os halláis en estado de instruir a otros, hacedlo con mucha paciencia o caridad, entendiendo que este es oficio de apóstol y de mucho merecimiento para con Dios.

III. Asistid siquiera un día a la semana a alguna iglesia donde se tenga oración y se haga algún ejercicio de penitencia corporal, y tanto en la oración como en las mortificaciones, proceded por el consejo de vuestro Padre espiritual.



Para cada día

I. Dejad la cama a buena hora, y sea lo primero levantar vuestro corazón a Dios, ofreciéndole todas las acciones de aquel día; pedidle no permita caigáis en algún pecado, especialmente en aquellos a que más os inclinan vuestras pasiones, y proponeos la enmienda de todo corazón. Tened la intención de ganar todas las indulgencias que podáis aquel día; encomendaos de veras a la Virgen Santísima, al Ángel Custodio, al santo de vuestro nombre y a los que tuviereis por especiales abogados y a las santas almas del Purgatorio.

II. Emplead por lo menos un cuarto de hora en la oración mental; oíd todos los días la Misa con devoción; leed algún libro espiritual, y procurad no perder el fruto leyendo después libros profanos o dañosos. A la noche examinaréis todas las acciones, pensamientos y palabras de aquel día; si hallareis alguno bueno, dareís gracias a Dios, a quien debéis atribuirlo; de lo malo pediréis perdón imponiendoos la enmienda.

III. Procurad con particular cuidado huir de las malas compañías, de las conversaciones inmodestas, de los juegos inmoderados, y en general vivir con sumo cuidado para no caer en los lazos que cautelosamente os arma el Demonio, ocultando el peligro de las ocasiones.

IV. Entre día, y con la mayor frecuencia que podaís, acordaos que Dios os mira, y particularmente en las tentaciones de que fuereis combatidos, acudid a Su Majestad con algunas oraciones jaculatorias. Ofrecedle vuestras acciones indiferentes, el estudio, los negocios de vuestro estado, la recreación honesta, dando gloria al Señor en todas las cosas y procurando en todas aumentar vuestros merecimientos. Huid del ocio, origen de muchos y graves pecados. Atended seriamente al estudio o al cuidado de vuestra casa o familia, según fuere vuestro estado, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros. Finalmente, tened entendido que cual fuere vuestra vida, así os hallaréis en la hora de la muerte.


Tomado del libro: ¨Las Joyas del Cristiano¨

Nichán Eduardo Guiridlian Guarino

DEVUELVANNOS LA SANTA MISA IV - Respuesta




Estimada Señora Foresti,


Gracias por su respuesta y la información que me brinda sobre las declaraciones de otros dos obispos.

Le transcribo a continuación, una carta de Mons. Victor Manuel Fernandez, arzobispo de La Plata.

Nichán E. Guiridlian Guarino





A la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina ___________________________


Queridos hermanos:

La Plata, domingo 19 de abril de 2020

Teniendo en cuenta la finalidad de la Comisión Episcopal de Fe y Cultura, que me toca presidir, quisiera hacer llegar una propuesta reflexiva y a la vez concreta, que recoge sugerencias recibidas de varios Obispos.

Como dijo el Santo Padre, en este contexto ya no podemos pensar en salvarnos solos. Nosotros, como Iglesia, intentamos unirnos al sufrimiento de todos y hacer humildemente nuestro aporte: no sólo brindando recursos espirituales sino también acrecentando la labor de Caritas, ofreciendo espacios físicos para diversas necesidades, etc. Pero cuando pensamos en sostener la vida interior de los fieles y en alentar su crecimiento, nos encontramos con la dificultad grave de verlos privados de la Eucaristía durante mucho tiempo, previendo además que esta situación pueda prolongarse por varios meses.

Sin dar lugar a fanatismos, hay que reconocer que esto nos plantea un dilema. Porque el Concilio Vaticano II enseña que “no se edifica ninguna comunidad cristiana si esta no tiene su raíz y centro en la celebración de la Sagrada Eucaristía” (PO 6). San Juan Pablo II remarcaba que la Misa “antes que un precepto debe sentirse como una exigencia inscrita profundamente en la existencia cristiana” (DD 81). Es comprensible entonces que muchos fieles nos reclamen que busquemos alguna manera de volverla accesible. Nosotros les decimos que pueden experimentar otras formas de oración, y lo hacen, pero ya decía San Juan Crisóstomo: “También puedes orar en tu casa; sin embargo no puedes orar igual que en la Iglesia, donde se reúnen los hermanos” (Contra Anomeos 3, 6).

Además están las Misas transmitidas on line y ellos saben bien que la comunión espiritual tiene valor, que Dios también derrama su gracia de esa manera, pero lo hace en tanto es deseo de Cristo presente en la Eucaristía. Gracias a Dios nuestros fieles han asumido el principio de la Encarnación que nosotros mismos hemos procurado transmitirles, y por eso no puede bastarles. Precisamente, el Papa Francisco enseña que Dios “en el colmo del misterio de la Encarnación, quiso llegar a nuestra intimidad a través de un pedazo de materia” (LS 236). Es bueno

que nuestros fieles lo hayan aprendido, y por eso no les da lo mismo. Entonces ansían, reclaman, buscan el alimento del amor que es fuente de vida sobrenatural. No será fácil fundamentar que esta situación se prolongue demasiado tiempo, ni podremos esperar sencillamente que pase por completo la pandemia.

Por consiguiente, creo indispensable que demos un claro mensaje a nuestro Pueblo de Dios mostrando que de verdad nos preocupa, y que intentamos dar algún paso que permita resolver esta situación lo más pronto posible, pero sin dejar de acompañar la preocupación sanitaria de las autoridades. Sabemos que exponerse al contagio es una irresponsabilidad sobre todo porque implica exponer a otros al contagio e indirectamente puede favorecer una situación de crisis sanitaria que no queremos ver en nuestro país.

Pero hay una forma de celebrar la Misa que reduce al mínimo los riesgos, y que la vuelve menos peligrosa que las colas que vemos en los bancos y en otros lugares, situaciones contempladas en la normativa actual. Por ello podemos proponer a las autoridades una serie de recaudos obligatorios que faciliten una próxima apertura a la celebración eucarística con fieles.

Se trata fundamentalmente de proponer que, como ya se hizo en Buenos Aires, se celebre la Misa con un número limitado de personas y cuidando las necesarias distancias, de manera que ya no pueda ser caracterizada como un acto masivo. Pero para que se advierta mejor la factibilidad de la propuesta, podríamos comprometernos a asegurar lo siguiente:


1) que haya una distancia de dos metros entre las personas, tanto hacia los costados como hacia atrás y hacia adelante. Esto requerirá retirar o anular la mitad de los bancos de los templos.
2) que no haya más de dos personas por banco
3) que una vez cubiertos los bancos de esta manera, no se acepte el ingreso de más personas.
4) que en los templos donde suele haber mayor afluencia de gente se multiplique la cantidad de misas, de manera que los fieles se distribuyan entre el sábado y el domingo en diversos horarios. Dada la capilaridad y cercanía de los templos esto no incidirá en el transporte.
5) que no se celebre la Misa con fieles en los santuarios más visitados debido a la dificultad para establecer allí un control de este tipo. En estos casos, sólo podrá invitarse, a puertas cerradas, a los agentes pastorales que cumplen servicios en la comunidad.
6) que en la Misa no haya cola para comulgar sino que los ministros se acerquen a las personas ubicadas en los extremos de los bancos y depositen la Eucaristía en la palma de las manos.
7) que cada ministro que acerque la comunión se lave las manos previa y posteriormente con jabón y se coloque alcohol en gel.
8) que se omita el saludo de la paz y todo contacto físico
9) que las Misas no duren más de 40 minutos.
10) que la salida del templo sea progresiva y se eviten los saludos.
11) que no se tomen intenciones para la Misa en el momento y que sólo se reciban previamente por teléfono, mail o mensajes.
12) que quienes por su edad estén impedidos de asistir puedan recibir la comunión en sus hogares.
13) que se mantenga transitoriamente la dispensa del precepto dominical, de manera que las personas que prefieran extremar los cuidados no se sientan obligadas a asistir.

De hecho, antes que se declarara la cuarentena la cantidad de asistentes a Misa ya había disminuido mucho de modo espontáneo.

La propuesta consiste básicamente en anticiparnos para mostrar a las autoridades que contamos con un posible plan para que la asistencia a Misa no tenga más riesgos que las demás actividades ya exceptuadas por la normativa vigente, y para que así consideren también esta posibilidad dentro de una cuarentena“administrada”. Si hay que prever los impactos económicos, también es conveniente valorar aquellas cosas que proveen consuelo y fortaleza a las personas en los momentos duros.

Con todo afecto en Cristo, aún bajo la luz de la Pascua.



Víctor Manuel Fernández Arzobispo de La Plata

DEVUELVANNOS LA SANTA MISA III - contestación del Obispado



Estimado Sr. Nichán: Respondiendo a su mail le transcribo el artículo que ACIPrensa subió a las redes el día 27 de abril, en el que recoge no sólo la palabra de Monseñor Eduardo García, Obispo de San Justo, sin también la palabra de otros dos Obispos de nuestro país que están en concordancia con el pensamiento y el actuar de la Conferencia Episcopal Argentina.

Lo saluda cordialmente Norma Foresti - Secretaria Obispado de San Justo y Secretaria Canciller.




"Tres obispos recordaron los motivos que llevaron a la Iglesia en Argentina a suspender temporalmente las Misas públicas por la pandemia del coronavirus, lamentando que estos no sean comprendidos por algunos fieles que en redes sociales exigen que se reabran las iglesias bajo la consigna “Devuélvannos la Misa”.

Luego que el Gobierno decretó cuarentena obligatoria para evitar contagios de coronavirus, el 19 de marzo la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) alentó el distanciamiento social, incentivando el uso de herramientas digitales para generar una cercanía espiritual.

La semana pasada la CEA informó que mantiene conversaciones con las autoridades para lograr una apertura gradual de las iglesias y celebrar Misas en ellas, tomando las medidas de seguridad sanitarias. Sin embargo, el Gobierno ha respondido que aún evalúa la situación.

En este contexto algunos fieles han lanzado en varios países una campaña para que vuelvan a celebrar las Eucaristías públicas con la frase “Devuélvannos la Misa”.

En un video mensaje, el Obispo de San Francisco (Argentina) Mons. Sergio Buenanueva, consideró que es un pedido “muy sincero” y que “tiene aspectos legítimos”, pero ya el imperativo “¡Devuélvannos la Misa!” es una expresión “poco feliz” porque “estaría dando pie a que esta decisión, no sólo sería incorrecta, sino que obedecería a una voluntad no del todo recta, de quitarle al pueblo de Dios algo indebidamente”.

En ese sentido, aseguró que “la decisión de suspender el culto público” “ha sido dificilísima” y “absolutamente dolorosa para todos para los Obispos, para los sacerdotes”.

“No estamos cómodamente apoltronados detrás de una cámara”, expresó en referencia a las transmisiones online de las Eucaristías. “Es una hermosísima posibilidad que nos está abriendo límites insospechados pero tiene un límite muy grande”, “necesitamos reunirnos para celebrar la Eucaristía”, reconoció.

Mons. Buenanueva explicó que la decisión se tomó porque la “legítimaautoridad lo ha mandado” y “somos ciudadanos responsables” y representantes de una comunidad diocesana.

Además, expresó, la decisión tiene “un fundamento que abreva en el Evangelio y en un valor fundamental del Evangelio”.

“No hemos tomado esta decisión ni por cobardía, ni por miedo y menos aun por falta de fe. Ha sido una decisión pastoral, fruto de un acto de gobierno que supone un discernimiento espiritual muy serio”, sostuvo.

“¿Ustedes han sopesado, realmente, la razón de fondo que hemos tenido los pastores para tomar esta dolorosa decisión?”, interpeló a quienes grabaron el mensaje.Esa razón es cuidar la vida de personas, más vulnerables, en riesgo real de contagio de un virus que puede llegar a ser muy grave, hasta el punto de suponer la muerte de quien se contagia. Cuidar la vida, salvar la vida, toda vida vale. Es una razón de fondo, no es una cuestión peregrina. Hay que sopesar esto. Me parece que se pasa rápidamente por encima de ella”, reflexionó.

Mons. Buenanueva aseguró que todos sienten “la ausencia de las celebraciones comunitarias. Apreciamos las celebraciones por streaming aunque sabemos que nunca van a sustituir la liturgia compartida, pero la expresión de caridad evangélica permite que la Palabra siga adelante”.

“Yo lo resumo en una frase: ‘El Espíritu no está en cuarentena y sigue animando a nuestras comunidades. Creo que tienen que ampliar la mirada y ver mejor la gracia que está pasando en nuestras comunidades cristiana”.

Porque “la Eucaristía es fuente y culmen de la vida cristiana. Hay que ver cuánta vida cristiana en este momento está hermosamente desplegándose como respuesta de fe a este desafío que es la cuarentena por el COVID-19”.

“¿Cuál es la voluntad de Dios para nosotros en este momento, qué nos está pidiendo Dios ahora?”, cuestionó el Prelado.

Mons. Buenanueva insistió que “por ahora el culto va a seguir suspendido” y recordó que siguen dialogando con el Gobierno y en el momento que tengan previsto los expertos “bajo condiciones objetivas” se podrá “retomar la vida litúrgica de nuestras comunidades”, concluyó.En esa misma línea, el Obispo Auxiliar de San Juan, Mons. Carlos Domínguez, expresó que “los templos no lo hemos cerrado los obispos. Son las autoridades civiles las que tienen que gestionar este tiempo de cuarentena” para evitar contagios y la propagación del virus. “Los obispos argentinos no le hemos robado la Misa a nadie. La Misa no nos la ha robado nadie” y recordó las gestiones que realiza la Conferencia Episcopal de Argentina ante las autoridades, para que se vuelva paulatinamente la participación de los fieles a la Eucaristía.

Si bien, “no nos podemos acostumbrar a una Iglesia virtual, no podemos acostumbrarnos a esto que es extraordinario”, dijo Mons. Domínguez, “mientras tanto, como dice la palabra de Dios tenemos que obedecer”.

A su turno, el Obispo de San Justo, Mons. Eduardo García, manifestó que “lo que define a un cristiano no es el ser virtuoso u observante, sino el vivir confiando en un Dios cercano por el que se siente amado sin condiciones y que prometió su presencia siempre”.

“Con esta certeza, hoy más que nunca, la Iglesia y los cristianos tenemos que dar el testimonio de entrega generosa por amor al que más sufre, creando ambientes de calma, servicio y esperanza”, agregó.

“Creo firmemente en el Señor presente en la Eucaristía, centro y culmen de la vida cristiana, pero desde una comunidad que celebra y toma la fuerza para vivir jugándose por la vida de los demás, no como un self service de la gracia o un Redoxon de la vida espiritual”, aseguró Mons. García.

“De muy poco servirá la reapertura gradual de los templos si no hay una reapertura radical de la Iglesia de cara a la realidad, sin ombliguismos seudo religiosos de autocomplacencia”, aseguró.

DEVUELVANNOS LA SANTA MISA II - carta a Mons. García, obispo de San Justo

Cuando quien suscribe leyó lo publicado en el  AICA ( transcripto post DEVUEVANNOS LA SANTA MISA I), no pudo cuanto menos encontrar un modo de comunicar mi sentir, que podría decirse, pretendía ser un correccional filial.

A continuación, el texto:

Estimado Mons. García,
He leído su reflexión sobre las solicitudes de los laicos para la reanudación de la celebración pública de la Santa Misa.
Sus argumentos por demás falaces. Por si esto fuera poco, se acusa a todos los que han insistido sobre este tema, de ser personas que se preocupan por el culto, desentendiéndose del hermano que sufre.
No resulta ni más ni menos que una calumnia, formulada desde el desconocimiento absoluto de la realidad, de cada persona en particular. En pocas palabras: es un juicio temerario. En concreto una falta de caridad.
Esta oposición sin sentido, entre Caridad y Eucaristía, solo está en su pensamiento, y no en el de la mayoría de los católicos. No es una cosa o la otra. No es la Caridad O la Eucaristía. Es LA CARIDAD Y LA EUCARISTIA. Cómo dice el antigüo canto "Dónde hay Amor y Caridad, Dios ahí está". Hoy nos han quitado al Amor de los Amores.
Algunos dirán que no se puede Celebrar la Misa con asistencia de los fieles. Puedo comprender que la administración de la Comunión a los fieles o el rito de paz, o la colecta, pueda generar dudas. Lo cierto es que esas tres cosas, podrían omitirse en las Misas con el pueblo.
Hasta incluso podría admitirse que no celebrarse la Santa Misa, pero al menos dejar los templos abiertos, para que por turnos pudieran los fieles ir a rezar. Si hay turnos para ingresar a los supermercados y farmacias, puede haberlos para las iglesias.
Ruego a Dios, que le haga ver el error que como pastor está cometiendo y lo injustas que sus palabras han sido.
Cordiales saludos,
Nichán E. Guiridlian Guarino

DEVUELVANNOS LA SANTA MISA I - tomado de AICA




reflexión del Obispo de San Justo, asesor global de Acción Católica

Me hizo ruido, mucho ruido que en estos días circulara un video dirigido a nosotros, los obispos, con la frase “devuélvannos la Misa”.

En orden al coronavirus, pareciera que la suspensión de actividades, dentro de las que se encuentra el culto, no por el culto en sí mismo sino por la congregación de gente y la posibilidad de contagio, fuera una cuestión arbitraria. Cuando no lo es. Si viviéramos realmente como pueblo deberíamos escuchar también “devuélvannos la educación, devuélvannos Cáritas, devuélvannos el trabajo, devuélvannos la salud”, devuélvannos tantas cosas que resignamos en esta cuarentena atendiendo al bien mayor que es la salud de toda la población.

De repente y desde afuera, nos quisieron meter dentro de una coyuntura de conflicto como si fuéramos una Iglesia perseguida, situación que ha ocurrido y sigue ocurriendo bajo otros sistemas políticos en varias partes de mundo. Pero no en nuestro país.

A este mapeo le faltan unos actores que claman también a los obispos: aquellos que proponen con espíritu de cruzada —que es lo que menos necesitamos en este momento— “juéguense por la fe, nosotros los acompañamos”.

Lo que define a un cristiano no es el ser virtuoso u observante, sino el vivir confiando en un Dios cercano por el que se siente amado sin condiciones y que prometió su presencia siempre.

Con esta certeza, hoy más que nunca, la Iglesia y los cristianos tenemos que dar el testimonio de entrega generosa por amor al que más sufre, creando ambientes de calma, servicio y esperanza.

En este tiempo más que nunca se aplican las palabras del papa Francisco: “la iglesia como hospital de campaña”. Quizás porque lo estoy mirando desde la realidad social de mi diócesis ubicada en el partido de La Matanza donde, si bien los casos de coronavirus aún son pocos, tenemos que asumir y llevar adelante como se pueda los coletazos de la cuarentena en nuestras barriadas más vulnerables.

Primero, el hambre, Si no hay trabajo no hay con qué comprar alimentos. Si no hay escuela no hay comedores escolares funcionando porque no se puede cocinar en la escuela del Estado, solo se les da a los chicos una bolsita con alimentos. Desde los comedores, con la ayuda del Ejército se están repartiendo más de 9.000 viandas; incluso así no alcanzan los insumos para cocinar todos los días.

La respuesta de muchos que se acercan a buscar comida en este marco de aislamiento que no se puede cumplir a rajatabla es: “no sé si me va a agarrar el coronavirus, pero si no como seguro que me muero por hambre”. Y ahí aparece el otro gran tema de nuestros barrios: no hay dónde cumplir con el aislamiento necesario para evitar los contagios. No siempre las casas son el mejor lugar por el hacinamiento, la falta de higiene… Hemos abierto hogares improvisados para los “sin techo” de modo que mínimamente puedan aislarse: vienen creciendo de 1 en 100. Me animo a proyectar que dejarán de ser momentáneos porque, una vez pasada la pandemia, no los vamos a devolver a la calle.

Como pastor y hombre que ama la Eucaristía (misa), de hecho, la celebro todos los días a través de las redes sociales para acompañar el camino de la fe de la gente pero claramente son otras las prioridades para poder vivir la fe en serio, en lo esencial. Pasada la pandemia los templos volverán a abrirse, la eucaristía volverá a ser celebrada, pero de la indignidad, de la falta de futuro, de las secuelas de un virus muchas veces no se vuelve; y de la cerrazón de corazón, menos.

Subrayo un pensamiento del gran converso John Henry Newman que anunció esta situación y decía que una fe heredada y no repensada acabaría entre las personas cultas en «indiferencia», y entre las personas sencillas en «superstición». Por eso es bueno recordar algunos aspectos esenciales de la fe. Adorar el cuerpo de Cristo y no comprometerse eficazmente con la vida del hermano no es cristiano. Quizás antes de asegurar los barbijos y el alcohol en gel para nuestras celebraciones en templos abiertos, ¿no tendríamos que asegurarlos para los comedores, las colas de los jubilados, los chicos o abuelos en situación de calle, el personal de salud y luego hacer nuestra acción de gracias?

Con asombro leí, y lo respeto, la angustia que en muchos provocaba no poder comulgar, acaso experimentan la misma angustia al no poder salir a ayudar en una salita de primeros auxilios o a un anciano que está aislado. También escuché que sienten que la fe se les debilita al no poder comulgar y me pregunto: los mártires encarcelados del siglo pasado y de este siglo que no podían acceder a la misa en sus cautiverios y dieron su vida, ¿cómo lo hicieron? Porque su fe fue robusta para aceptar flagelaciones, hambre, humillación y muerte. Dios nunca nos deja solos.

Creo firmemente en el Señor presente en la Eucaristía, centro y culmen de la vida cristiana, pero desde una comunidad que celebra y toma la fuerza para vivir jugándose por la vida de los demás, no como un self service de la gracia o un Redoxon de la vida espiritual.

De muy poco servirá la reapertura gradual de los templos si no hay una reapertura radical de la Iglesia de cara a la realidad, sin ombliguismos seudo religiosos de autocomplacencia.

Insisto: esta experiencia de vivir en cuarentena no nos puede dejar iguales para continuar con más de lo mismo como si nada hubiera pasado. Hasta desde el punto del sostenimiento; muchas de nuestras parroquias sin las celebraciones están al borde del colapso económico. Esto implica sí o sí repensar el modo de participación de toda la comunidad cristiana.

Vida religiosa on line. Las muchas maneras de encuentros religiosos en las redes sociales y los medios de comunicación como la televisión y la radio han obrado como antiparalizantes ante la pandemia y la fiesta grande que representa en los fieles la Semana Santa. Claro que faltó la comunidad, el estar juntos. Por eso es fundamental señalar que el trabajo en las redes es importante si no nos lleva a aislarnos y a cambiar virtualidad por humanidad.

La vida religiosa digital como recurso nos exige asumirla como una realidad con sus dinamismos y lenguajes propios. No se trata de hacer lo mismo pero frente a un teléfono celular o una tablet. Es un espacio más para repensar y reaprender.

Un sacerdote me contaba hace unos días que sus misas habituales de día de semana eran agónicas, con 3 o 4 participantes y ahora tiene más de 60 personas siguiendo la celebración en vivo por una red social. ¿Fruto del encierro? No creo. Analicemos los hechos y capitalicemos la experiencia: eso sí, todavía no sé cómo.

Lo que sí sé es que estamos ante el desafío de leer con inteligencia los acontecimientos para saber cómo pararnos de un modo real ante ellos, sin recetarios, como lo hizo Jesús.

Eduardo Horacio García obispo católico de la diócesis de San Justo, Argentina, y asesor global de la Acción Católica.