jueves, 21 de abril de 2022

FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA




"Deseo que la Fiesta de la Misericordia… se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua… El alma que se confiese y reciba la Sagrada Comunión (en estado de gracia en este día) obtendrá el perdón total de los pecados y el castigo. "

(Diario de Santa Faustina , 699)

jueves, 14 de abril de 2022

Viernes Santo



Oh pecador ingrato, 
ante tu Dios maltratado, 
ven a llorar herido,
de contrición aquí.

El manantial divino
de sangre está corriendo.
Ven, pecador, gimiendo.
Ven a lavarte aquí.

 

Jueves Santo

 


Afirma un antiguo dicho popular que hoy es uno de los jueves del año que brillan como el sol o más que él. Ciertamente estamos en una de las mayores fiestas del año litúrgico, en la que celebramos simultáneamente tres acontecimientos de primer orden en la visa de la Iglesia: la institución de la Eucaristía, la institución del sacerdocio ministerial y el día del amor fraterno. Los tres se encuentran estrechamente unidos entre sí y beben de la misma fuente, que es el Corazón Sacerdotal y Eucarístico de Jesús, el cual se dispone a entregarse al Supremo Sacrificio de la Cruz por nuestra Redención.

La institución del Santísimo Sacramento de la Eucaristía en la Última Cena supone un verdadero anticipo de la Pasión, porque el Sacrificio único de Cristo supera el tiempo y el espacio. Cada vez que se celebra la Santa Misa, asistimos a él verdaderamente, así como a su Resurrección y Ascensión.

El Concilio Vaticano II ha definido a la Eucaristía como "fuente y cumbre de toda la vida cristiana" (Lumen gentium, 11), porque ella "contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo en persona, nuestra Pascual y pan vivo, que por su Carne vivificada y que vivifica por el Espíritu Santo"(Presbyterorum ordinis, 5). Por eso, ya explicó San Ireneo de Lyon en el siglo II que la Eucaristía es: "el resumen y la suma de nuestra fe". Es "el Sacramento de nuestra Fe", "el Misterio de la Fe", como dice el sacerdote en la celebración de la Santa Misa.

Según señaló San Juan Pablo II en la encíclica Ecclesia de Eucharistía (2003) que nos legó no mucho antes de su muerte: "La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: « He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo » (Mt 28, 20); en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única. Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza."(n.1)

Como dijo Benedicto XVI en su exhortación apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis (2007) recogiendo la denominación ofrecida por Santo Tomás de Aquino: "Sacramento de la caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre."

Por este amor infinito de Dios por cada hombre, es lógico que, al celebrar la institución de la Sagrada Eucaristía celebremos también el día del amor fraterno. En la Última Cena, Jesús nos ha dado el gran mandamiento del amor: "Ámense los unos a los otros como yo los he amado" (Jn. 15, 12.17)

Además, en el lavatorio de los pies, que recordamos en la Celebración del Jueves Santo, Jesús nos ha dado un ejemplo de amor, de humildad y de servicio. El amor fraterno, por tanto, nace del amor de Dios; es la cara de la caridad entre los hombres.

La Caridad es la tercera y la más importante de las tres virtudes teologales, la única que permanecerá en la eternidad y de la que principalmente se nos juzgará; como decía San Juan de la Cruz, "al final de la vida se te examinará en el amor".

"Ahora subsisten la Fe, la Esperanza y la Caridad, esas tres, la mayor de ellas es la Caridad." (1Co. 13, 13). La Caridad no es otra cosa que el amor. El grado supremo del amor, es decir, el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo y a nosotros mismos por este amor a Dios.

No habría vida eucarística en la tierra sin los sacerdotes. Hoy es también la fiesta de la institución del sacerdocio ministerial, pues Jesucristo lo instituyó en la Última Cena en las personas de los Apóstoles al darles el mandato de hacer eso mismo en memoria suya. El sacerdote participa así del sacerdocio supremo y único de Cristo y debe por tanto, configurarse de lleno con Cristo, hacerse uno con Él, ser "otro Cristo" (alter Christus), como dijera el Papa Pio XI (Ad catolice sacerdotii, n. 30), viviendo como San Pablo "crucificado con Cristo", porque realmente es ya Cristo quien vive en él (Galo. 2, 19 - 20).

Que la Santísima Virgen nos ayude a entrar en los Misterios celebrados el Jueves Santo y a vivir todo el Triduo Pascual con espíritu contemplativo.



P. Jose Wajda o.c.d.