Desde el año 2009, en que se levantaron excomuniones de los obispos de la Fraternidad San Pío X , innumerables discusiones que se han dado en torno a este acto de misericordia de parte de la Santa Sede.
Algunos nos hemos limitado a rezar y unirnos a la campaña mundial, en apoyo al Vicario de Cristo. El Papa ha sido injusta y descaradamente criticado no solo por no cristianos, sino también muchos que llamándose católicos, se atreven a alzar su voz contra quien es su Padre y Maestro. Esto resulta de especial gravedad, pues entre ellos se encuentran desde simple seglares, hasta obispos y cardenales, pasando por teólogos de renombre.
Vientos de intolerancia, rencor y desobediencia sacuden la barca de la Iglesia, arrojando al mar revuelto del mundo muchas almas escandalizadas. Un simple decreto, que solo tendría efectos ¨intra Eclessia¨ desató una interminable cantidad de reflexiones tendenciosas y críticas.
Aquí subyase algo realmente grave. Resulta evidente que desde los medios se pretende mezcarlo todo y generar una tremenda confusión. De este modo no solo se busca minar la autoridad pontificia, sino también tender la sospecha del antisemitismo sobre toda la Iglesia. Sin dudas, una vulgar falacia.
Ahora bien, simplemente nos preguntamos, de donde vendrá tamaño ataque. Pues no solo de fuera del Catolicismo. Todos sabemos, la resistencia que enfrenta el Santo Padre de parte de la mayoría del clero. Aquella frase profética, del siervo de Dios Pablo VI vuelve a cobrar actualidad: ¨el humo de Satanás ha entrado en el seno de la Iglesia¨. Ese humo no es ni más ni menos que las palabras de tantos que se han deslizado en estos días, fruto del fuego de infierno que arde en sus almas corrompidas por el error.
Hemos sido testigos de cómo, no tan solo Mons. Fellay, sino también los cardenales Bertone, Re y Castrillón Hoyos, y el mismo Santo Padre, han sido injustamente calumniados por sus propios hermanos en el episcopado.
Vergüenza nos da como católicos, ser testigos de la desobediencia, el rencor y la soberbia de algunos pastores. La imagen de una Iglesia dividida ha quedado patente ante los ojos de un mundo sin Dios, para regocijo de sus enemigos.
Nos sentimos pues, moralmente obligados a señalar estos errores tan grandes y a reclamar humildemente la rectificación de algunas frases duras y desafortunadas, como así también de aquellas otras ambiguas y sin fundamento. Es necesario e imperioso poner fin de una vez a esta oleada de opiniones temerarias que surgen por todas partes y de todos los sectores de la jerarquía eclesiástica.
Desde aquí rezamos para que las lenguas de los sacerdotes no dejen de predicar a Jesucristo y no se empleen en disputas intestinas sin sentido. Al mismo tiempo,que nos unimos a muchos cristianos que a lo largo y ancho de orbe ruegan a Dios por el Papa, renovamos nuestra filial obediencia a él.
Bendita sea la Santa Madre Iglesia. Bendito sea el Vicario de Cristo.
Nichán Eduardo Guiridlian Guarino
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