sábado, 18 de agosto de 2012

¿ Encontrará Fe sobre la tierra?




Verumtanen Filius hominis veniens, putas, inveniet fidem in terra? (Lc 18, 8)

Una de las preguntas más enigmáticas del Evangelio se presenta este domingo:¿Cuando venga el Hijo del Hombre, acaso, encontrará fe sobre la tierra?

Pablo VI, en sus famosos diálogos con Jean Guitón, afirmaba que para él constituía una preocupación constante: "Yo me pregunto si estos tiempos no son los aludidos en el interrogante", y agregaba: "(...) a veces se niegan verdades importantes de fe y episcopados enteros callan". Incluso afirmó "(...) puede ser que un tipo de pensamiento no católico llegue a predominar en la Iglesia, pero por fuerte que sea, nunca será el pensamiento de la Iglesia". Sin embargo, en tono esperanzador concluía; " (...) es necesario que subsistan pequeños restos que, por pequeños que sean, desde allí podrá encenderse la hoguera de la verdad y de la caridad".

Así citaba a Pablo VI, el Padre Juan E. Arnau, en una edición del Semanario "Cristo Hoy", en el año 2007. Un escrito de lo más recomendable, sin lugar a dudas. Confieso que la lectura de este párrafo, con que comienza el artículo del P. Arnau, me ha dado mucho que pensar.

En los últimos años, la doctrina de la Iglesia, parece haber sido olvidada. Los postulados de la moral cristiana, han sido expresados con poca claridad en las clases de catecismo y en los sermones, y en no pocos casos simplemente omitidos.

¿Cuantos de nosotros hemos tenido que aprender las verdades de Fe por propia iniciativa, ante la ausencia de nuestros pastores? Se han pretendido "fusionar" ideas de otras religiones con la doctrina de la Iglesia. Se ha llegado al punto de "exportar" modos de oración de cultos protestantes y se los ha incluido, sin ningún escrúpulo, en la celebración del Santo Sacrificio. Se ha contrariado cuanta norma litúrgica se ha podido. No solo se ha profanado la Eucaristía, el tesoro más sagrado de la Iglesia, sino que aquellos que debían velar por ella permanecieron y permanecen en silencio. "A veces se niegan verdades importantes de fe y episcopados enteros callan", así afirmaba Pablo VI hace treinta años, y aún hoy sus palabras tienen una vigencia impresionante.

Me resulta inevitable relacionar estas ideas con la Santa Misa. Hace unos años, yo mismo escribí estas palabras:

"Muchos cristianos somos testigos diariamente de abusos en la celebración de los Santa Misa. Cuantos sacerdotes cometen auténticos sacrilegios mientras celebran, innovando o alterando las ceremonias, añadiendo comentarios propios a las oraciones u omitiendo cumplir con las rúbricas. Cuantos fieles comulgando en pecado o sin la debida preparación.

Estos pecados entrañan una maldad infinitamente superior a cualquier otro. Están dirigidos directamente a la Persona de Nuestro Señor. ¿Cómo es posible que el acto más sagrado de nuestra Fe, la Santa Misa, sea profanado impunemente por aquellos mismos que tienen el gravísimo deber de custodiarlo y celebrarlo? Este debe ser sin duda el más horrendo, vil y bajo de todos los pecados."

¿No es acaso, todo esto fruto de aquel "pensamiento no católico" al que se refiere Pablo VI? ¿No es este el motivo por el cuál infinidad de fieles hemos suplicado por el reestablecimiento del Rito Tridentino? ¡Cuantas almas escandalizadas! ¡Cuantos justos confundidos! Pienso en tantos que en los últimos años y aún hoy, son perseguidos y despreciados por sus mismos pastores y hermanos en la fe, solo por defender la Verdad. Pienso en la voz de los Papas tantas veces desobedecida, olvidada y atacada, no ya por quienes están fuera de la comunión de la Iglesia, sino por clérigos y laicos, que se dicen "católicos". 

¡Cuantas almas perdidas para siempre! ¡Cuantos cristianos inmersos en la ignorancia! Todo ello consecuencia directa de años de enseñar el error u omitir la verdad. Unos pocos "falsos pastores" predicando la herejía, y otros muchos "pastores mudos" evitando corregirlos. Y finalmente, unos pocos que fieles a la tradición de la Iglesia y al Santo Padre, alzan su voz, son perseguidos. Me viene a la memoria aquella otra frase de Pablo VI: "El humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia".

La oración de los cristianos librará a la Santa Iglesia de estos males. La Santa Misa y el Rosario, los modos más prefectos y eficaces. Dos recursos poderosísimos, pues no son medios humanos, sino Divinos. Dones de Dios, que nos asistirán en la lucha contra el maligno.

Es hora de hacer un "mea culpa" y reconocer que hemos rezado y rezamos poco. Recemos pues, por el Papa sobre todo. Sobre sus espaldas cae todo el peso de la Iglesia. Durante su pontificado, ha quedado más que claro que es consciente de la gravedad de esta situación. Pero lo más importante, ha sido que ha actuado consecuentemente, y ha puesto todos los medios para poner fin a esta crisis. ¡No podemos dejar al Santo Padre solo!

Estoy seguro, estimados amigos, que nada de esto les resulta extraño. No hace falta ser un ilumidado, para darse cuenta que en este tiempo, la Iglesia está "crucificada". Como Cristo Señor Nuestro clavado en la Cruz, parece esconder su origen divino. Sin embargo, el Calvario no será eterno. Como su Esposo, la Iglesia surgirá gloriosa de este trance, con todo su esplendor..


"Portae inferi non praevalebunt adversus eam"(Mt. 16, 18) 



Nichán Eduardo Guiridlian Guarino

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