martes, 24 de junio de 2008

La Santa Sede y la FSSPX


Artículo de Andrea Tornielli en Il Giornale de hoy Jun-23-2008.

En las relaciones entre la Santa Sede y los Lefebvrianos el conteo regresivo ha comenzado: para este 28 de Junio, la Fraternidad de San Pío X, fundada por el Arzobispo francés que no resistiría la reforma liturgica postconciliar, tendrá de hecho que decidir si acepta las cinco condiciones propuestas por el Vaticano para reentrar en plena comunión con Roma. Hace algunos días, el superior de los Lefebvrianos, el Obispo Bernard Fellay, se reunió con el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, presidente de la Comisión Ecclesia Dei, que se encarga de parte de Benedicto XVI de las negociaciones con el grupo tradicionalista. Fellay, quien previamente había escrito al Papa pidiendo la revocación de la excomunión impuesta por Juan Pablo II en 1988 a Lefebvre y a los cuatro nuevos obispos que quizo consagrar sin el consentimiento de la Santa Sede (entre los cuales Fellay mismo), ha recibido una carta con los cinco puntos fijados por el cardenal [Castrillón] y los discutirá durante el proximo capítulo de la Fraternidad, a llevarse a cabo a fin de mes.

Nunca como en este momento las negociaciones habían alcanzado proximidad de acuerdo tal que sane el mini-cisma que se formó por ya dos decadas, permitiendo el pleno reingreso de los Lefebvrianos en la comunión Católica. Entre los puntos que la Santa Sede les pidio firmar, estaría, según las indiscreciones escuchadas, la aceptación del Concilio Vaticano II y la declaración de la plena validez de la Misa de acuerdo a la liturgia reformada: dos condiciones que Lefebvre ya había firmado con el entonces cardenal Joseph Ratzinger en 1988. El Vaticano por su parte, ofrece al grupo tradicionalista un encuadramiento canónico similar al del Opus Dei, vale decir, una «prelatura», que permitiría a la Fraternidad continuar su actividad y formar sus seminaristas.

El camino de reavecinamiento había comenzado en 2000, cuando los Lefebvrianos hicieron un peregrinaje jubilar a Roma. Seguido por una breve audiencia concedida por el Papa Wojty?a a Monseñor Fellay y el inicio de unas largas y laboriosas tratativas con el Cardenal Castrillón. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Los Lefebvrianos pidieron, antes de dar cualquier paso hacia un acuerdo, que el antiguo Misal preconciliar, que cayó en desuso después de la reforma liturgica, fuera liberalizado. El nuevo Papa, Benedicto XVI, particularmente sensible a estos temas, hace un año publicó el Motu Proprio que declara la plena ciudadanía de la antigua Misa permitiendola en todas las parroquias, sustrayendo de hecho al obispo la posibilidad de prohibirla. La aplicación de las nuevas directivas papales no ha sido fácil, ha habido mucha resistencia —algunas escandalosas, como se sabe— pero sin duda, declarando la existencia de un rito romano extraordinario (el antiguo) y uno ordinario (el reformado), el Papa ha autorizado en toda la Iglesia y sin restricciones la celebración tridentina. Más aún, Ratzinger ha reintroducido la cruz al centro del altar, ha comenzado a distribuir la comunión a los fieles de rodillas, ha restaurado antiguas vestiduras: todas señales que van en la dirección de dar énfasis a la continuidad de la tradición.

Condiciones así favorables para una reentrada en la plena comunión, con toda probabilidad no se repetiran más. Muchos fieles, ahora que han obtenido la Misa en el rito antiguo, no comprendene el por qué la Fraternidad no hace la paz definitivamente con Roma. Los Lefebvrianos se han dado cuenta lo que esta pasando, aún si Fellay tiene problemas de resistencia interna. La elección es si hacer un acuerdo y reentrar en plena comunión con la Santa Sede, o más bien permanecer en un pequeño cuerpo separado con el riesgo de transformarse en un grupusculo sectario y sin influencia.


No hay comentarios: