lunes, 20 de octubre de 2008

El Motu Proprio y la Pacificación de la Iglesia


Cuando, habiendo cumplido ya 70 años, Joseph Ratzinger decidió publicar sus memorias, pensaba probablemente que la parte más interesante de su vida había ya pasado. No imaginaba el entonces cardenal que -por el contrario- ésta estaba aún por comenzar.

En el capítulo XII de estas memorias tituladas "Mi vida"… confiesa, hablando de la época de la reforma litúrgica: "yo estaba perplejo ante la prohibición del Misal antiguo porque jamás había ocurrido una cosa semejante en la historia de la liturgia… La imposición de la prohibición de este Misal que se había desarrollado a lo largo de los siglos desde el tiempo de los sacramentarios de la Iglesia antigua comportó una ruptura en la historia de la liturgia cuyas consecuencias sólo podían ser trágicas".


Ya en 1976, siendo aún simple sacerdote, había escrito respondiendo a un ilustre colega -importante catedrático de Derecho Romano que le había pedido su parecer- : "según mi opinión, se debería obtener la autorización, para todos los sacerdotes, de poder utilizar también en el futuro, el antiguo Misal; para cuyo uso debería permitirse "la más vasta libertad". En este mismo sentido se pronunció otras veces en los años subsiguientes.


La idea que lo ha conducido a sostener esta posición es que un Rito que fue camino seguro de santidad durante siglos no puede convertirse repentinamente en una amenaza, si la fe que en él se expresa sigue siendo considerada válida.


Y esto es así porque la legitimidad de la liturgia de la Iglesia reside en la continuidad de su tradición. No se trata aquí de una cuestión de mero apego afectivo o de "sensibilidad" ; es así en razón de la unidad, identidad y comunión de la Iglesia… más allá del tiempo. Podríamos aplicar aquí la bella expresión de Martin Mosebach, el escritor alemán del momento: "La tradición es la inclusión de los muertos en la vida presente" o, en palabras de Chesterton: "la tradición es la democracia de los muertos” es decir, una forma de “democracia” en la cual también los muertos pueden participar.


Es en esta misma perspectiva que el Motu Proprio Summorum Pontificum nos muestra que la liturgia de la Iglesia debe tener una continuidad intrínseca, pues lo que antes Ella creía que era la Misa no puede no creerlo ahora. Por eso, para ser legítimos ambos Misales, deben ser ambos "expresiones validas de la misma fe católica" y de ningún modo podrían presentarse como reflejo de visiones opuestas -y menos aún inconciliables- acerca de la acción litúrgica. Quien confíe en la rectitud doctrinal y el valor litúrgico del Misal utilizado ordinariamente, no debería temer su coexistencia con el uso recibido a través de los siglos, al contrario, debería confiar en que esta coexistencia pondrá de relieve una identidad doctrinal. Es precisamente esta defensa de la continuidad la que nos permite comprender que el Papa insista en que la duplicidad de Misales se debe explicar como “dos expresiones de la Lex orandi” que no pueden sino corresponder a una única “Lex Credendi”, dentro del marco disciplinar del rito romano ; procurando así evitar que se produzca el fenómeno inaudito de la existencia de dos “ritos” de la Misa fundados en principios distintos.


Pero la legitimidad de un rito litúrgico no sólo está dada por su identificación con los principios que rigieron la liturgia en el pasado sino también con los que rigen los demás ritos que existen actualmente (de los cuales algunos son, por otra parte, utilizados también por otras denominaciones cristianas de larga tradición). Es necesario, por lo tanto, que en la liturgia de la Iglesia haya además de una unidad "diacrónica", una unidad "sincrónica". De ahí un nuevo argumento para afirmar la permanente validez del Rito Romano tradicional y la necesidad de que la forma celebrada ordinariamente no difiera esencialmente de él: si la actual liturgia no pudiera identificarse substancialmente con las otras formas litúrgicas de la Iglesia tal como son celebradas en las demás tradiciones legítimas -pasadas o contemporáneas- perdería asimismo la legitimidad de su fundamento. Visto desde esta perspectiva y haciendo un análisis mas fino podríamos decir que el Motu Proprio es paradójicamente más una defensa del nuevo rito que del antiguo.


Una tercera dinmensión, el futuro, entra también en juego. Para ser breves me limito a recordar el dicho de la tribu Massai: “Nosotros no heredamos la Tierra de nuestros padres, sino que la pedimos prestada a nuestros hijos”.


Se insiste en que el motivo que llevó al Papa a publicar este Motu Proprio fue la existencia del conflicto -que lleva ya décadas- con los grupos llamados "tradicionalistas". Éste es sin duda un elemento que tiene gran importancia y que fue ocasión de la publicación del documento; pero si analizamos detenidamente el pensamiento de Joseph Ratzinger la justificación más profunda del Motu Proprio no se halla en el factor "político" sino en el teológico: aunque no existiera ningún "tradicionalista" habría, con todo, una situación anómala que requeriría un restablecimiento del orden.



Siempre ha habido y siempre habrá personas que se adaptan difícilmente a los cambios, sobre todo en estos tiempos de mutaciones aceleradas. Lo paradójico de la situación actual es que muchas veces quienes muestran inquietud ante lo que consideran una amenaza para la "reforma litúrgica" hacen ahora de "conservadores": aferrándose estrechamente al "statu quo" y manifestando su dificultad de adaptarse a la novedad de este redescubrimiento propuesto por el Papa reproducen las actitudes que se solían asociar habitualmente a los "tradicionalistas". Por otra parte, hasta ahora las personas que adherían a la llamada "Misa en latín" eran identificadas como la gente del "contra", pero está ocurriendo que los que -siguiendo el llamado de Benedicto XVI- se acercan a la liturgia heredada de nuestros mayores, son, cada vez con mayor frecuencia, gentes del "por" y los del "contra" son los que no quieren ni oír hablar de todo esto aferrándose a su "tradición" de cuarenta años.


Mas aún, con creciente frecuencia, quienes actualmente acogen con entusiasmo las "innovadoras" enseñanzas y disposiciones del Papa -disposiciones que expresan una renovada valoración de la tradición litúrgica- no sólo no obedecen a aquella mentalidad negativa, sino que, por el contrario, manifiestan la alegría del descubrimiento de algo nuevo: el redescubrimiento de la herencia, el reencontrase con sus raíces, en resumen: el tomar conciencia de pertenecer a una familia. Obviamente no a lo que se entiende en nuestra sociedad actual por "familia": mera asociación de individuos que comparten un período determinado de sus vidas con sólo el débil vínculo de un pacto fácilmente revocable, sin un pasado que los una y con un futuro impredecible; sino a una verdadera y profunda comunión de vida, con antepasados comunes, con una memoria común que los enorgullece: una familia que está formada no sólo por hermanos sino que tiene también padres y ancestros.

En resumen: El Papa Benedicto XVI con la promulgación del Motu Proprio Summorum Pontificum ha buscado, esto es claro, la pacificación de la Iglesia. Pero no se trata en el fondo únicamente de la paz con grupos más o menos rebeldes, ni la pacificación entre corrientes opuestas que crean tensión en el seno de la institución, sino la pacificación de la Iglesia consigo misma, con su memoria común, para que redescubra su identidad litúrgica en la riqueza de la continuidad.


Padre Gabriel Diaz Patri

miércoles, 8 de octubre de 2008

A 50 años del tránsito de S.S. Pio XII


De Zenit


Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI este jueves en la residencia pontificia de Castel Gandolfo a los participantes en el simposio organizado sobre la Pave the Way Foundation con el título "Examinando el papado de Pío XII", celebrado en Roma del 15 al 17 de septiembre.


Estimado señor Krupp, señoras y señores:


Para mí es un auténtico placer tener este encuentro con vosotros al final del importante simposio organizado por la Pave the Way Foundation, en el que han participado eminentes expertos para reflexionar sobre la generosa obra realizada por mi venerado predecesor, el siervo de Dios Pío XII, durante el difícil período del siglo pasado, que gira en torno la segunda guerra mundial. A cada uno de vosotros os doy mi más cordial bienvenida. Saludo de manera particular al señor Gary Krupp, presidente de la Fundación, y le doy gracias por las sentimientos que ha expresado en nombre de todos los presentes. Le agradezco, además, la información que me ha presentado sobre el desarrollo de vuestras sesiones de trabajo de este congreso, en las que habéis analizado sin prejuicios los acontecimientos de la historia, preocupados sólo de buscar la verdad. Mi saludo se extiende a todos los que están unidos a vosotros en vuestra visita, y aprovecho con gusto la oportunidad para enviar mi cordial saludo a vuestros familiares y seres queridos.




Durante estos días vuestra atención se ha dirigido a la figura y a la incansable acción pastoral y humanitaria de Pío XII, Pastor Angelicus. Ha pasado medio siglo desde su fallecimiento, acaecido aquí, en Catel Gandolfo, en las primeras horas del 9 de octubre de 1958, después de una enfermedad que redujo paulatinamente su vigor físico. Este aniversario constituye una importante oportunidad para profundizar en su conocimiento, para meditar en sus ricas enseñanzas, y para analizar de una manera conjunta su obra. Se ha escrito y dicho mucho sobre él en estos cinco decenios y no siempre se han enfocado correctamente los diferentes aspectos de su multiforme acción pastoral. El objetivo de vuestro simposio consiste precisamente en colmar algunas de estas lagunas mediante un análisis documentado sobre muchas de sus intervenciones, sobre todo aquellas a favor de los judíos, que en aquellos años eran perseguidos en toda Europa de acuerdo con el plan criminal de quien quería eliminarlos de la faz de la tierra. Cuando uno se acerca sin prejuicios ideológicos a la noble figura de este Papa, además de quedar impresionado por su elevado nivel humano y espiritual, es conquistado por su vida ejemplar y por la extraordinaria riqueza de sus enseñanzas. Se aprecia la sabiduría humana y la tensión pastoral que le guiaron en su largo ministerio y, de manera particular, en la organización de las ayudas al pueblo judío.


Gracias al amplio material de documentación que habéis recogido, enriquecido por múltiples y autorizados testimonios, vuestro simposio ofrece a la opinión pública la posibilidad de conocer mejor y de manera más completa lo que Pío XII promovió y realizó a favor de los judíos perseguidos por los regímenes nazi y fascista. Se puede ver, entonces, que no ahorró esfuerzos, allí donde fue posible, para intervenir directamente o a través de instrucciones dadas a personas e instituciones de la Iglesia católica en su favor. En las sesiones de vuestro congreso se han subrayado muchas intervenciones que realizó de manera secreta y silenciosa precisamente porque, al tener en cuenta las situaciones concretas de ese complejo momento histórico, sólo de esa manera era posible evitar lo peor y salvar al mayor número posible de judíos. Su entrega valiente y paterna fue, de hecho, reconocida y apreciada durante y después del tremendo conflicto mundial por comunidades y personalidades judías que no dejaron de manifestar su gratitud por lo que el Papa había hecho por ellos. Basta recordar el encuentro que mantuvo Pío XII el 29 de noviembre de 1945, con los 80 delegados de los campos de concentración alemanes, quienes en una audiencia especial que les concedió en el Vaticano, quisieron darle personalmente las gracias por la generosidad que demostró el Papa a los perseguidos durante el terrible período de nazifascismo.


Queridos señores y señoras: gracias por vuestra visita y por el trabajo de investigación que estáis realizando. Gracias a la Pave the Way Foundation por la constante acción que desarrolla para favorecer las relaciones de diálogo entre las diferentes religiones de manera que ofrezcan un testimonio de paz, de caridad y de reconciliación. Deseo vivamente que este año, que recuerda el quincuagésimo aniversario de la muerte de mi venerado predecesor, ofrezca la oportunidad de promover estudios más profundos sobre los diferentes aspectos de su persona y actividad para llegar a conocer juntos la verdad histórica, superando de este modo los prejuicios que aún quedan. Con estos sentimientos invoco sobre vuestras personas y sobre la labor de vuestro simposio la bendición de Dios.


Traducción del original inglés realizada por Jesús Colina


Nichán Eduardo Guiridlian Guarino

sábado, 4 de octubre de 2008

Misa Tradicional en Cordoba


Publicado en Una Voce Argentina

Gracias a las laboriosas gestiones de los integrantes de Una Voce Córdoba, se celebrará regularmente en esa sede la misa tradicional. Que Dios Nuestro Señor y la Santísima Virgen bendigan al señor Arzobispo de Córdoba, a los sacerdotes que han colaborado y se desempeñarán en este servicio, a las hermanas Adoratrices por su generosidad y excelente disposición y al equipo Una Voce Córdoba, que se ha movido con tanto empeño, diligencia, entusiasmo, constancia y, sobre todo, amor a la sacrosanta tradición de nuestra santa Iglesia. Trascribimos a continuación el decreto arzobispal, que además podrá verse en PDF haciendo click en en este lugar.

CARLOS JOSÉ ÑÁÑEZ

POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA

ARZOBISPO DE CÓRDOBA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA

VISTO el pedido espontáneo de un grupo de fieles y que se han observado las
normas del derecho;

CONSIDERANDO las facultades que se me conceden en el Motu Proprio "Summorum
Pontificum";

TENIENDO EN CUENTA la disponibilidad de la Madre Superiora y Comunidad de
las Hermanas Adoratrices Argentinas;

EN VIRTUD DEL art. 5 del mencionado Motu Proprio;

POR LAS PRESENTES LETRAS

1.. DETERMINO que los domingos, en horario a convenir, en la Iglesia de
las Hermanas Adoratrices Argentinas, situada en Rosario de Santa Fe 540 de
nuestra ciudad, se celebre la Misa según la edición típica del Misal Romano
promulgado por el Beato Juan XXIII en 1962.


2.. NOMBRO al R. P. Prior de la Comunidad de los Padres Dominicos para que
designe para la celebración un sacerdote idóneo de acuerdo al Art. 5 § 4 del
Motu Proprio "Summorum Pontificum".

3.. PIDO a estos fieles se armonice con la atención pastoral ordinaria de
la parroquia a la que pertenecen, bajo la guía del obispo como establece el
CIC c. 392, evitando la discordia y favoreciendo la unidad de toda la
Iglesia.

4.. COMUNÍQUESE a quienes corresponda, publíquese en el Boletín Oficial y
archívese.

DADAS en la Sede Arzobispal el veintinueve de septiembre del año del Señor
dos mil ocho, fiesta de los santos Arcángeles.

Nichán Eduardo Guiridlian Guarino