Cuando quien suscribe leyó lo publicado en el AICA ( transcripto post DEVUEVANNOS LA SANTA MISA I), no pudo cuanto menos encontrar un modo de comunicar mi sentir, que podría decirse, pretendía ser un correccional filial.
A continuación, el texto:
Estimado Mons. García,
He leído su reflexión sobre las solicitudes de los laicos para la reanudación de la celebración pública de la Santa Misa.
Sus argumentos por demás falaces. Por si esto fuera poco, se acusa a todos los que han insistido sobre este tema, de ser personas que se preocupan por el culto, desentendiéndose del hermano que sufre.
No resulta ni más ni menos que una calumnia, formulada desde el desconocimiento absoluto de la realidad, de cada persona en particular. En pocas palabras: es un juicio temerario. En concreto una falta de caridad.
Esta oposición sin sentido, entre Caridad y Eucaristía, solo está en su pensamiento, y no en el de la mayoría de los católicos. No es una cosa o la otra. No es la Caridad O la Eucaristía. Es LA CARIDAD Y LA EUCARISTIA. Cómo dice el antigüo canto "Dónde hay Amor y Caridad, Dios ahí está". Hoy nos han quitado al Amor de los Amores.
Algunos dirán que no se puede Celebrar la Misa con asistencia de los fieles. Puedo comprender que la administración de la Comunión a los fieles o el rito de paz, o la colecta, pueda generar dudas. Lo cierto es que esas tres cosas, podrían omitirse en las Misas con el pueblo.
Hasta incluso podría admitirse que no celebrarse la Santa Misa, pero al menos dejar los templos abiertos, para que por turnos pudieran los fieles ir a rezar. Si hay turnos para ingresar a los supermercados y farmacias, puede haberlos para las iglesias.
Ruego a Dios, que le haga ver el error que como pastor está cometiendo y lo injustas que sus palabras han sido.
Cordiales saludos,
Nichán E. Guiridlian Guarino
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