Mi opinión sobre el tema de la tiara es que ésta es una de esas expresiones máximas de sacralidad, y por tanto de amor. Es decir, llega un momento en que la cuestión ya no es levantar más altos las bóvedas de las catedrales. Llega un momento en que no podemos poner más oro en nuestros cálices, en que ya no caben más gemas.
Llega un momento en que para ornar el culto, comenzamos a vestir mejor a los ministros de la liturgia. Llega un momento en que comenzamos a manifestar la gloria del poder sacro entregado a los hombres consagrados. Y llega también un momento, en que con ritos y vestiduras y objetos, alcanzamos la cúspide de la manifestación de la grandeza de ese poder entregado a los hombres.
P. José Antonio Fortea
http://blogdelpadrefortea.blogspot.com.ar
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