El artículo - de Gabriel Zanotti
LA LIBERTAD, ESA DESCONOCIDA.
¿Quiere comulgar en la boca o en la mano? Comulgue como quiera y no condene al resto. Y trate el tema con argumentos.
¿Misa tradicional o reformas post-Vaticano II? Que cada obispo, como el Vaticano II establecía, hago lo que le parezca. Pero no condene el resto y discuta el tema con argumentos. No insulte.
¿Quiere que sus hijos tengan educación sexual en su escuela? Mándalos a una que tenga ese programa. ¿No lo quiere? Mándela a otra que no lo tenga. Y deje que cada escuela, estatal o privada, decida sus programas de estudio. Y argumente a favor o en contra. Pero no imponga al resto su visión del mundo.
¿No quiere una jubilación del Estado? Contrate un seguro privado. ¿Cree que la mejor jubilación es la del Estado? Disfrútela. Pero no impida por la fuerza la primer opción ni imponga por la fuerza la segunda.
¿Quiere casarse con alguien de su mismo sexo? Hágalo con un contrato privado. ¿Quiere casarse con alguien de sexo distinto? Hágalo también un contrato privado. Pero en ambos casos no llamen al Estado para que los case. Que no haya matrimonio estatal y punto terminado.
¿Quiere educar a sus hijos en una escuela estatal con valores kirchneristas? Hágalo. ¿Quiere educar a sus hijos en su propia casa? Hágalo. Y en el primer caso, no impida la segunda opción.
¿Quiere que en el directorio de su empresa haya un 70% de mujeres? Hágalo. ¿Quiere que haya sólo rubios con un zapato negro? Hágalo. ¿Quiere que estén sólo los más capaces? Hágalo. Pero no llame a la fuerza del Estado para cualquiera de sus opciones.
¿Considera que no hay que comer animales? No lo haga. ¿Cree que la contaminación es terrible? No viaje en avión ni en automóvil. ¿Quiere comer carne? Hágalo. ¿Quiere viajar en automóvil? Hágalo. ¿Cree que la contaminación afecta a terceros? Espere al final de esta entrada.
¿Hay un virus peligroso y usted quiere encerrarse en su sótano con un traje de astronauta? Hágalo. ¿Hay un virus peligroso y usted quiere salir como siempre? Hágalo. ¿Considera que el virus no es peligroso? Dígalo. ¿Considera que sí, que es terrible? Dígalo. Pero no condene al resto, haga lo que quiera, diga lo que quiera, y discuta con argumentos.
¿Quiere darse la vacuna contra el bicho 19? Désela. ¿No quiere dársela? No se la de. ¿Considera que la vacuna es segura? Argumente. ¿Considera que no? Argumente. Pero haga lo que quiera, diga lo que quiera y no condene al resto.
¿Prefiere la medicina china a la medicina occidental? Ok. ¿Prefiere la segunda? Ok. Pero no imponga por la fuerza ni la una ni la otra.
¿Considera que el daño a terceros (contaminación incluida) justifica el uso de la fuerza? Considérelo. ¿Sabe que, al respecto, hay una enorme literatura sobre bienes públicos, externalidades y la sociedad libre? Si no lo sabe, léala. ¿No quiere leerla? No la lea. ¿Quere NO leerla y seguirme insultando? Hágalo. Y yo tengo la libertad de no responder a sus insultos.
Pero no. Policía, corridas, persecuciones, denuncias, arrestos, palos, disparos, violencia. Si no te quedás en tu casa te pongo preso. Si comulgás con la boca te cierro el seminario y te mando a la miércoles....
Violencia.
Pero la libertad….. Nunca.
Gabriel Zanotti.
Artículo en: http://gzanotti.blogspot.com/2022/03/la-libertad-esa-desconocida.html
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La respuesta - Por Fray Guido Casilo O.P.
Querido Gabriel Zanotti:
Yo soy de la idea que el mundo está cómo está por este liberalismo que has descripto brillantemente. Yo estoy convencido que hay un orden natural —un amigo suele decir que se chocó contra él y duele—. Este orden natural me impide —diría el tango de Discépolo— “hacer lo que se me cante la gana”, y me hace condenar lo que hay que condenar, imponer lo que hay que imponer e impedir lo que hay que impedir, incluso por la fuerza. Pero sobre todo creo que hay un Dios a quien hay que amar sobre todas las cosas, adorar y dar reverencia en el Santísimo Sacramento del Altar donde está presente, y por eso creo que la Madre Teresa de Calcuta —que bien conocía los males del mundo y bajezas de los hombres— tenía razón cuando dijo que no hay peor mal en el mundo que la Comunión en la mano.
Para intentar convencerte lo primero que te diré es que el mundo liberal es un mundo sin amor, por eso los liberales no tienen niños. Un padre o una madre no puede ser liberal, el amor se lo impide. Los padres quieren el bien de sus hijos, gracias a Dios aún hay padres que no son liberales y cuando su hijo intenta poner el destornillador en el enchufe, tomar fertilizante o dejar la escuela, se lo impiden incluso por la fuerza. Amar es querer el bien para el prójimo y por lo tanto la verdad. El liberalismo no condena, no impone, no impide y deja hacer lo que se quiera, porque no ama. El mundo liberal es un mundo de individualismo porque cada uno tiene su verdad, es decir, no existe la verdad para él y por lo tanto no existe el verdadero amor en el mundo liberal.
Comprendo que por todo lo sufrido en esta “plan-demia”, el liberalismo se te presente como una tentación a todas esas tiránicas persecuciones que enumeras al final de tu artículo: “Policía, corridas, persecuciones, denuncias, arrestos, palos, disparos, violencia. Si no te quedás en tu casa te pongo preso. Si comulgás con la boca te cierro el seminario y te mando a la miércoles...”. Pero el liberalismo es una solución aparente, una idolatría de la libertad, que calla que fuera de la verdad y el bien no hay libertad sino esclavitud y esclavitud eterna cuando en pos de la libertad se infringen los mandamientos de Dios. Muy largo se haría si me detuviera a decir la renuncia a la verdad que se hace cuando el liberalismo da rienda suelta al libertinaje de la usura, la droga, la sodomía, el aborto, la eutanasia, etc. Pero no puedo dejar de repetir que no es lo mismo comulgar en la mano o en la boca como pretende el liberalismo porque las manos del sacerdote fueron consagradas para tocar sólo ellas el Santísimo Sacramento del Altar como lo enseña toda la Tradición y Santo Tomás de Aquino y lo expresa magistralmente en la Suma Teológica (III, 82, a. 3, c).
En el fondo es muy contradictorio todo lo que decís de no imponer, no impedir, no condenar, faltó que digas: prohibido prohibir. Por un lado decís “no imponga al resto su visión del mundo” y por otro “¿Quiere que haya sólo rubios…? Hágalo”. Creo que a nadie se le oculta en que termina el dejar libremente que alguno quiera que haya sólo rubios. El liberalismo lleva al totalitarismo, es más, en el fondo el liberalismo es un totalitarismo. El liberalismo es el totalitarismo del libertinaje.
León XIII en su magistral Encíclica “Libertas Præstantissimum” en que condena todo liberalismo, comienza haciendo un elogio de la libertad y señala que la Iglesia siempre ha sido la que más grandemente la ha defendido. Quien conozca la historia sin las mentiras de los enemigos de la Iglesia podrá afirmar fehacientemente que más que ningún reino, estado o institución ha defendido y promocionado siempre aquella libertad que reconoce en sus hijos en los cuales “ya no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3, 28). Es importante recalcar que la Iglesia no está en contra de la verdadera libertad sino que es su más ferviente defensora. Pero es necesario no confundir la libertad con el libertinaje, el cultivo de la “libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Rm 8, 21) con el liberalismo.
Las personas tienen la capacidad, con su inteligencia y voluntad, de elegir distintos medios en orden a la consecución de su fin último. Ya que es la consecución del fin último lo que subyace en toda elección de medios que hacemos, es objetivable por la inteligencia si estos medios son ordenados o no a ese fin, y por lo tanto buenos o malos. Se llama libertad a esta facultad cuando efectivamente elige un medio que es un bien en orden a la consecución del fin último ya que no es propiamente libertad la elección de un mal porque esclaviza a la persona. Dice Santo Tomás de Aquino “querer el mal ni es libertad ni parte de la libertad, aunque sea un cierto signo de la libertad” (De veritate, q. 22, a. 6, c).
Los actos humanos no son indiferentes, o pertenecen al bien de una virtud o al mal de algún vacío, y por estos actos se juega la salvación eterna. Cualquiera que reflexione seriamente podría decir cuán ignorantes somos de esta verdad que es incluso de orden natural y no sólo verdad de fe. ¡Cuánto es necesario a toda persona humana ser enseñada! Dios en su bondad y condescendencia vino a nosotros para enseñarnos y conducirnos, es por eso que Cristo afirma: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por Mí”. Cristo es Rey y Soberano de todo, no sólo lo hemos de amar nosotros sobre todas las cosas sino que hemos de procurar que todos estén bajo su “yugo suave y su carga ligera” ya que todos tienen el primer mandamiento inscrito en su naturaleza que así nos lo ordena. Esta Verdad abarca todos los ámbitos de la vida y debe iluminar todo nuestro ser. El liberalismo pretende liberarse de esta Verdad y busca hacerlo en mayor o menor medida según los grados de liberalismo. El liberalismo pretende liberarse de Dios, por eso es pecado, el liberalismo es un eco del grito blasfemo y suicida "Non Serviam" de Satanás.
Fray Guido Casillo O.P.